Agencias | México
Celebrar un cumpleaños en la playa rodeado de amigos no suena a una noticia destacada. Que quien lo hizo tenga más de 7 millones de seguidores en las redes sociales, lo hace diferente. Y que esa misma persona haya compartido cómo se burló de otros, eso ya lo hace preocupante.
Los titulares de la prensa cada vez incluyen a más personas ajenas a los medios tradicionales. A esta lista de cantantes, actores, políticos, deportistas y creativos en general, se ha agregado una nueva categoría: los llamados influencers, un grupo cada vez más amplio de personas con una gran cantidad de seguidores en las redes sociales.
Y en algunos casos, la calidad de los contenidos que ofrecen pareciera ser lo de menos. Sus personalidades enganchan con los cibernautas y así logran hacerse de una voz pública que, en muchas ocasiones, involucra una consecuente responsabilidad.
Es el caso de la mexicana Yoseline Hoffman Badui, mejor conocida como YosStop, quien se convirtió en tendencia en las redes por lo que hizo durante el festejo de su cumpleaños: burlarse de otra persona.
Carrera trunca, pero muchas oportunidades
La joven nació el 27 de julio de 1990 en la Ciudad de México y es de ascendencia lituana, ucraniana y libanesa.
Cuenta con más de 8 millones de suscriptores en su canal de Youtube y más de 7.3 millones de seguidores en Instagram.
En 2011, abrió un canal en Youtube en donde incluía contenidos ‘humorísticos’, parodias, comentarios e incluso un personaje llamado Josefa Josefina, interpretado por ella misma, el cual se trata de una supuesta sexóloga con un burdo acento argentino que supuestamente resolvía las dudas íntimas de los usuarios.
“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”
YosStop y compañía habrían pasado un mal momento durante su viaje de celebración. Sin embargo, eso nunca justificaría una falta de respeto a alguien más. Como influencer, ella siempre deberá ser la primera en mantener el control. Siempre.
Y es que, poniéndolo en perspectiva, lo de menos sería la temática de la canción que le dedicaron al conductor. El asunto aquí es la burla: utilizar el poder que les da estar en grupo y ser ‘influencer’ para exhibir a alguien que está haciendo el trabajo de pasearlos por el mar y, dicho sea de paso, soportarlos.
Lo quiera YosStop o no, su voz pública es poder. Y ese poder puede ser utilizado para crear o para destruir. Una persona que tuvo la gran oportunidad de aparecer en la plataforma de TED Talk y hablar sobre dar lo mejor de sí mismo, simplemente no puede, 10 días después, compartir ante sus 7 millones de seguidores cómo se burla de alguien más.
Por supuesto, este fenómeno de los ‘influencers’ es un reflejo de cómo son ciertos estratos de la sociedad. Y seguro habrá una larga lista de jóvenes que aprovechan su voz en las redes para hablar de lo que importa. No es el caso de YosStop. Pero que una legión de fans valuada en 7 millones de personas la sigan y la consideren una influencer, eso ya es lo que dijimos al inicio: preocupante.