Casi todo el territorio mexicano (80 por ciento) tiene presencia del crimen organizado; sólo en Guerrero existen 350 organizaciones criminales. Para especialistas en la materia, el recrudecimiento de la violencia y el aumento de células delictivas en el país fue parte de un proceso paulatino de especialización y adaptación del crimen organizado a las demandas del mercado.
Sin embargo, las tácticas fallidas y la complicidad del Estado fueron clave para la conformación de una extensa y compleja red de corrupción que no ha podido ser desmantelada.
“El 80 por ciento de los municipios de México están gobernados por autoridades que tienen vínculos directos o indirectos con el crimen organizado en cualquiera de sus modalidades”, dijo a SinEmbargo el escritor y periodista Ricardo Ravelo Galó.
Para el especialista en crimen organizado, “esto quiere decir que [los criminales] tienen el 80 por ciento de las corporaciones policiacas estatales y municipales bajo control”, y “esa es la razón por la que no hay seguridad” en el país.
Hoy en día existen nueve grandes cárteles a nivel nacional –Arellano Félix (o de Tijuana), Beltrán Leyva, Carrillo Fuentes (o de Juárez), Golfo, Caballeros Templarios, Sinaloa (o del Pacífico), Jalisco Nueva Generación, La Familia y Los Zetas– además de cinco –Los Viagras, del Noreste, del Poniente, del Sureste y Nueva Plaza– que han ido cobrando fuerza en los últimos cinco años.
Esta cantidad de grandes organizaciones criminales es dos veces mayor a la que la Procuraduría General de la República –hoy Fiscalía General de la República (FGR)– reconoció en 2005, cuando los principales cárteles eran los de Tijuana, Sinaloa, Juárez y Colima (que fue absorbido por el CJNG hace poco más de 10 años).