En un discurso cargado de significado y llamado a la reconciliación, la diputada Liz Arroyo subrayó la importancia de la unidad como pilar fundamental para el éxito de los proyectos políticos en México. Durante su intervención, emitió un mensaje claro y contundente: “Nuestra fortaleza es la unidad. En este movimiento cabemos todas y todos”.
Arroyo destacó la necesidad de incluir a aquellos que históricamente han sido marginados o que, por diversas razones, se han distanciado del movimiento. “Hay que incluir a los que han sido excluidos, hay que integrar a todos aquellos que se han alejado del movimiento”, señaló, haciendo énfasis en que el progreso colectivo no puede construirse sobre divisiones internas.
Su mensaje, dirigido tanto a simpatizantes como a líderes dentro del movimiento, tuvo como eje central un llamado a evitar que “el triunfo de unos cuantos signifique la derrota de todos”. La diputada reiteró que la verdadera transformación del país solo será posible si se construye un camino incluyente, en el que las diferencias sean puente y no obstáculo.
Analistas políticos ven en este discurso un reflejo del momento crítico que atraviesan los movimientos sociales en México, donde las divisiones internas han debilitado sus avances. Arroyo, en cambio, apuesta por una visión de unidad como herramienta para fortalecer el liderazgo y consolidar los objetivos comunes.
Con un tono conciliador y una narrativa integradora, Liz Arroyo no solo marcó un rumbo claro para quienes forman parte de su movimiento, sino que también envió un mensaje que resuena en la esfera política nacional: solo juntos se pueden alcanzar los cambios que México necesita.
