Agencias | México
En la Ciudad de México, el sábado 4 de agosto una joven de 17 años regresaba a la 01:30 horas de una fiesta. Dos de sus amigos la acercaron en un taxi a su domicilio, la dejaron a dos cuadras, en la calle Nopaltitla, Colonia San Sebastián, alcaldía Azcapotzalco. Fue interceptada por una patrulla del sector Cuitláhuac con cuatro policías “que presuntamente la obligaron a subir para violarla y después dejarla en la calle.”
El desenlace de este episodio, que en la Ciudad de México no es un hecho aislado, motivó que diversos grupos de colectivos feministas se manifestarán frente a la Secretaria de Seguridad Ciudadana (SSC) para exigir castigo para los cuatro policías señalados por violación de la menor. En el transcurso de la protesta, varias de las manifestantes realizaron pintas, destruyeron la puerta de acceso de la Procuraduría de Justicia y al secretario de Seguridad Ciudadana le arrojaron diamantina rosa.
Las autoridades calcularon que el número de manifestantes fue de 300 personas, algunas de ellas con pasamontañas negros o la mitad del rostro cubierto con paliacates de colores.
Lanzaban consignas contra los policías. Gritaban: Si los encontramos los matamos; ¿Y de la policía quién me cuida?; colgaron una cabeza de cerdo en un poste cercano a la SSC, en sus cartulinas se leía: ·No fabricamos culpables, fabricamos violadores”. (Sol de México, 12 de agosto de 2019)
Para la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, la manifestación mayoritariamente integrada por mujeres, fue un acto de vandalismo en las instalaciones de la SSC y en la Procuraduría Capitalina y un intento de provocación para que su gobierno reaccionara violentamente.