Debido a la pandemia, van dos años sin viacrucris en Tlalixtac de Cabrera

Jorge García

“Perdona a tu pueblo Señor, perdonale Señor“, es la súplica que hace dos años fieles católicos coreaban mientras acompañaban la representación de la pasión y muerte de Jesús de Nazareth en el municipio conurbado de Tlalixtac de Cabrera, Oaxaca.

Con meses de anticipación los participantes en este ritual, llenos de fe acudían a los lugares acordados para realizar los ensayos correspondientes, este 2021, al igual que el 2020, fue distinto, pues las calles se llenaron de silencio y resignación.

En la madrugada, el sol comenzó su jornada cotidiana, emergiendo entre los cerros y llenando de luz el municipio de Tlalixtac. Los vestuarios y los diálogos están atrapados en un cajón. La cruz, el símbolo universal de la religión católica, sigue resguardada en la iglesia de la comunidad, inmóvil, en espera de mejores tiempos, en busca de una realidad que no regresará.

Escenas de la pasión de Jesús recorren la mente de los católicos, adornos color morado y blanco en las casas y negocios recuerdan a aquel personaje que fue golpeado y crucificado en tiempos de los romanos.

“Por las tres horas de tu agonía, en que por madre viste a María, perdónale Señor“, rogaban en 2019 los originarios y visitantes de Tlalixtac de Cabrera que acudían a la escenificación, sin saber que la tradición que comenzó en 1975 se vería interrumpida por una pandemia que lleva hasta el momento más de 200 mil muertos en México y 3 mil 244 decesos en Oaxaca, de acuerdo con las cifras oficiales.

“Somos el pueblo que has elegido, y con tu sangre lo has redimido“, continúa el canto para las misas de la Cuaresma, que representa el período de cuarenta y seis días, desde el Miércoles de Ceniza hasta la víspera del domingo de Resurrección, tradiciones arraigadas en las costumbres de las comunidades indígenas de Oaxaca, que han tenido que ser pausadas.

En las calles de la población no se observaron los rostros de mujeres cubiertos de rebozos, las miradas perdidas en el cielo, tampoco se escucharon las oraciones y mucho menos el dolor en el rostro de quien personifica al Cristo, no obstante, la procesión está presente y continúa, pero en el interior de los fieles católicos.

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